Crónica Benjamin 2006 vs Estudio «B»
En el deporte, como en la vida, la historia es una sucesión de páginas que van conformando el libro de nuestros recuerdos. Hoy nuestros chicos nos han regalado una escrita con tinta imborrable. Ni el tiempo ni el olvido podrá destruirla. Quizás la edad golpee nuestra memoria y descuidemos el cajón donde esta mañana la guardamos, pero ahí seguirá siempre, e irá con nosotros allá adonde vayamos. Ellos, nuestros hijos, apenas han empezado a escribir el prólogo de su acontecer, ajenos a hojas y tintas, libros y cajones. Afortunadamente. Pero estoy seguro de que la alegría del esfuerzo recompensado les va a acompañar durante muchos días. Orgullosos de ellos mismos y de cada uno de sus compañeros, de sus entrenadores, y también de sus padres, sus familiares, sus amigos.
En el aspecto deportivo hoy han ganado la liga ACB, la Euroliga y la final de la NBA. En lo humano, han crecido como niños que algún día dejarán de serlo, reconfortados en la pertenencia a un grupo único y acompañados por la justicia del éxito que el destino no siempre otorga.
Mis dedos se amotinan y pretenden continuar con palabras que poco o nada tienen que ver con una crónica deportiva, pero mi cabeza permanece aún en su sitio, malo o bueno, y al fin se impone para que comience con el relato de lo acontecido sobre la pista.
Todos sabíamos de la dificultad del envite, por el resultado del partido de ida y por la calidad del rival. Todos menos el propio equipo. Porque la frescura, la juventud y el valor de nuestros jugadores no saben de imposibles. Salieron desde el primer minuto a jugar lo mejor que saben y a luchar cada balón en defensa y en ataque, a disfrutar de un buen partido de baloncesto un domingo por la mañana, nada más y nada menos. Con intensidad y concentración defensiva que empequeñecieron el sistema defensivo de uno de los mejores equipos del campeonato en este aspecto. El aro contrario lo era, pero menos. Amigo en cientos de entrenamientos nos conocía, y le conocíamos. Qué diferente a otros más altos y más feos que escupen nuestros tiros. Quizás por eso se ha lanzado más y mejor. Cuando la confianza crece el perímetro de la circunferencia crece con ella. Estudio ‘B’ ha tenido que dar un trago amargo para poner fin a su andadura, de forma inesperada para ellos. Visto el inicio de partido, cobijados en una sólida morada de 16 pilares construida hace dos semanas, han competido duramente con la esperanza de que al menos uno sólo permaneciera en pie. No ha sido así. Nuestro equipo ha ido derribándolos a golpe de fe y buen juego. Cuarenta y ocho minutos sin un solo descanso en la combatividad y el espíritu de superación, jugados a corazón abierto.
Más allá de hablar de las ayudas en defensa cuasi perfectas, del dinamismo ofensivo o del impresionante cambio de actitud en el rebote, baste decir que hoy salió a la luz el duro trabajo de esta semana, del último mes, de un año, de dos. Un trabajo que nos asegura el séptimo puesto en una competición de 52 equipos de toda la Comunidad de Madrid, algo espectacular sabiendo el punto de partida de este equipo hace dos años, pero que lo es menos a tenor de la evolución que han tenido durante este corto espacio de tiempo, y que me atrevería a decir ha sido la mejor de todos los participantes.
Tremendo partido con un final no apto para cardiacos. En el minuto 42 llegamos a estar 6 puntos por encima del límite del pase a cuartos, y en el 46, a falta de dos para la conclusión, 4 por debajo. El final de partido se fue complicando. Última posesión nuestra con 6 segundos por jugar. Balón que recibe Miguel consciente de que el tiempo se acaba, cruza a campo contrario y busca el tiro ganador en el último segundo, obstaculizado en falta cobrada por los árbitros, pero el balón se niega a entrar. Dos tiros libres con el tiempo ya cumplido. Miguel, el balón, el aro y cientos de gargantas anudadas. Silencio sepulcral. Primer lanzamiento dentro. Bote, respiración y ahí va el segundo… ¡dentro! Ni las piernas ni los brazos le temblaron. Hizo añicos los dos últimos pilares del refugio de Estudio y puso la guinda a un sueño que se hizo realidad.
Quien me lee sabe que nunca he querido personalizar en ninguno de nuestros chavales, de forma justa o injusta, opiniones habrá. Pero hoy permitidme la pequeña licencia de hacerlo en todos, con mi mejor intención para con los jugadores y entrenadores. Ahí va.
#4 Víctor: Feroz en defensa y con decisión en ataque.
#5 Marco: Una roca que se rio del miedo a perder.
#7 Raúl: Coraje y energía que pudo con todo.
#9 Adrián: Interpretación fantástica de las situaciones del juego.
#10 Diego: Muro infranqueable detrás, martillo delante.
#11 Álvaro: Raza blanca, tirador. ¡Ratatatatatata! Genial.
#12 David: Colosal debajo de los aros. Intimidador.
#13 Miguel: Imparable. La taladradora del Basket con nervios de acero.
#14 Cabañas: La pausa necesaria sin perder intensidad. Tranquis troncos.
#15 Santiago: Velocidad y dribbling. Una pesadilla para la defensa rival.
Ángel: Su dirección del equipo y su fe hicieron posible la remontada.
Sergio: No pudo estar presente, pero su fuerza nos acompañó, cual caballero Jedi.
No, no me he olvidado de nuestro #6 Marcos. Cuando está en pista es un baluarte que apaga la luz al atacante, pero esta vez un largo proceso febril le ha tenido apartado de los entrenamientos y le ha impedido estar sobre la cancha. Pero no en el banquillo junto a sus compañeros, apoyando y animando como el que más. Y en un partido como el de hoy, en el que la diferencia ha sido mínima, todo cuenta, cualquier detalle, y el haber estado el grupo unido y al completo ha sido fundamental. Gracias Marcos por estar ahí.
Seguimos en competición y aún no sabemos dónde está el techo. Pero, ¿a quién le importa? Independientemente de la consecución del pase a cuartos, conseguido con sangre sudor y sonrisas, lo mejor que nos queda es ver a nuestros chicos disfrutar y crecer en un ambiente sano, entre compañeros y amigos que harán de ellos mejores deportistas, pero sobre todo, mejores personas. Felicidades a todos.