Crónica Alevín 2003
ALEVÍN 2003
ALCORCÓN BASKET 74 – SAN AGUSTÍN 92
Parece imposible, en un partido de minibasket, decir que has metido 53 puntos en la segunda parte y que, aun así, has perdido. Y sin embargo, eso es lo que nos ha sucedido hoy.
Tras el “clinic” que dadivosamente nos proporcionó Fuenlabrada hace siete días dentro de los acuerdos suscritos entre ambos clubes para la formación y perfeccionamiento de nuestros chicos (se cierra el comentario irónico), debutábamos en nuestra cancha en esta segunda fase contra San Agustín, con el interrogante de saber si habíamos aprendido algo del partido anterior o si, por el contrario, nos había dejado un lastre permanente para el resto de temporada.
Tras un primer arranque igualado, ese fantasma pareció empezar a sobrevolar sobre el equipo, pero en una primera demostración de que los chicos han interiorizado que el miedo no es una opción, supieron retomar el pulso del partido para acabar el sexto siete puntos abajo (15-22), anticipándose en el marcador el festival de puntos en que se convertiría el encuentro. Pero, solo ocho minutos más tarde, pasábamos a un 17-42, tras un laminador parcial de 0-20.
San Agustín es un equipo que, a pesar de adolecer de ciertas carencias que les impedirá estar más arriba, exhibe un buen tiro y, sobre todo, defiende agresiva y disciplinadamente, con un 2 vs. 1 a la salida del balón. Sabemos que uno de los principales condicionantes en minibasket es la imposibilidad de hacer cambios en juego hasta el último sexto, con lo que la configuración de las alineaciones en cada periodo deviene decisiva, porque ya no hay oportunidad de adecuarse a la nueva situación creada hasta el siguiente sexto; si, por el motivo que sea (altura, velocidad, o simplemente mayor intensidad), el contrario se encuentra con una situación de franca superioridad, solo queda intentar minimizar daños y aguantar lo mejor posible el chaparrón.
Y eso nos ocurrió en ese fatídico segundo periodo; en un sexto en teoría de los menos importantes, San Agustín encontró un filón con esa presión que, al no poder superarla de inicio, se fue agravando hasta el punto de no ser capaces de pasar del centro del campo y ocho minutos en esa tesitura fueron demasiados, resultando insuficiente vencer en el global de los 32 minutos restantes.
El tercer periodo solo sirvió para parar la hemorragia, pero sin encontrar vía libre en ataque, llegándose al descanso con un 21-44 en contra.
Y en la segunda parte llegó la transformación: tímida en un principio (de hecho San Agustín alcanzó la máxima ventaja -30 puntos- al final del cuarto periodo), y vigorosa en el quinto y último sexto, cuando ya era tarde para cambiar el resultado final (74-92).
No obstante, las sensaciones transmitidas fueron muy diferentes a las de la primera parte y, por supuesto, a las del primer partido. Aunque queda muchísimo por hacer (obviamente, mirando el marcador, en defensa), se vio alegría y decisión en ataque, con gestos de celebración en jugadores poco dados a manifestarlos externamente, no rehuyendo como armas de combate el tiro exterior, las combinaciones o el rebote ofensivo y cuajando una muy buena segunda mitad (particularmente dos sextos excelentes) ante un rival de calidad.
Hemos presenciado durante el partido una situación muy similar a la padecida hace siete días, con un marcador apuntando al cierre; la radical diferencia estriba en que hoy los chicos SÍ han sabido confiar en sí mismos.
Este es el camino correcto. Felicidades.